La relación que ha tenido Estados Unidos con Latinoamérica en las últimas décadas sobre el tema del narcotráfico está dando un vuelco, afirma el The New York Times, en su artículo publicado ayer.
En los últimos años, el enfoque de la lucha contra las drogas se ha puesto patas arriba ya que los países Latinoamérica han comenzado a desarrollar nuevas estrategias para combatir el narcotráfico y desalentar el uso de narcóticos. Las iniciativas que se discuten y aplican representan un bienvenido descanso al enfoque tradicional en gran medida a fracasado, basado en la prohibición y el castigo. La reunión especial de la Asamblea General de las Naciones Unidas realizada en abril, ha proporcionado un incentivo adicional para desarrollar nuevos enfoques al problema.
John Walsh, experto en política de drogas de la Oficina de Washington para América Latina, dijo en una entrevista “Hay casi unanimidad que el foco debe estar en la salud y la salud pública“.
Mientras que un enfoque regional ampliamente aceptado sigue siendo un objetivo lejano en un hemisferio políticamente diverso, con muchas relaciones tensas, las actuales conversaciones ofrecen esperanza. Washington ha empezado más a escuchar, que dar lecciones, en gran parte como resultado del debate interno acerca de la legalización de la marihuana y la reforma de las penas por delitos de drogas.
Colombia, es uno de esos países que trazan su propio curso de manera notable. Desafiando a los Estados Unidos, con la reciente prohibición por parte del gobierno de fumigar las aéreas de cultivos de coca, alegando motivos de salud. A principios de este mes, Yesid Reyes, el ministro de Justicia de Colombia, pronunció un discurso en las Naciones Unidas, donde esbozaba la propuesta de la despenalización del consumo y la búsqueda de alternativas al encarcelamiento para los delitos menores de drogas.
“Hemos declarado una guerra que no se ha ganado“, dijo Reyes en el discurso. “Por eso es imprescindible para concebir y acordar, a nivel, las políticas y enfoques que nos permitan responder a este enorme desafío con la forma más humana, inteligente y eficaz.“
Uruguay y Bolivia también se han inclinado por el cambio. Uruguay legalizó el uso recreativo de la marihuana en 2013. Bolivia expulsó a la Administración de Control de Drogas de Estados Unidos en 2009 y en la actualidad permite a los agricultores cultivan modestas parcelas de coca, que se utilizan como producto masticable estimulante y con fines medicinales. Hay valores atípicos, sin embargo; principalmente Perú, que sigue luchando el tráfico de drogas con políticas estrictas y punitivas.
Los Estados Unidos tienen una relación tensa con varios gobiernos que tienen una participación importante en el tráfico de drogas, entre ellos Bolivia, Ecuador y Venezuela. En los próximos años, Washington puede ser capaz de fortalecer la cooperación regional si se pone mayor énfasis en las herramientas y la experiencia que tiene para ofrecer, en lugar de castigar a los que se considerarán, que aplican medidas insuficientes para frenar el tráfico de drogas.
Info: nytimes