"La regulación en Uruguay no es perfecta, pero confiamos en una regulación razonable”

Laura Blanco tiene una mirada profunda, una actitud abierta a la escucha y un discurso claro y contundente. Presidenta de la Asociación de Estudios del Cannabis del Uruguay (AECU) y cofundadora del colectivo de cultivadores Planta Tu Planta, asesora al gobierno uruguayo representando a los cultivadores domésticos.

¿En qué contexto surge la ley de regulación del cannabis en Uruguay?

Esta ley surge de una corta pero muy eficiente campaña de parte de las organizaciones sociales. Derivada de un profundo análisis de las leyes vigentes y de mantener la razonabilidad de tiempo y forma en cuanto a los reclamos; conseguimos que la Comisión de Adicciones de la Cámara de Diputados redactara un proyecto de ley regulatorio de la producción de cannabis, autorizando el cultivo doméstico y los clubes de membresía, firmado por representantes de todos los partidos políticos.

Desde el inicio, las organizaciones civiles reclamábamos el acceso seguro a una sustancia a la cual teníamos derecho a consumir desde hace cuarenta años. La ley, además de no penar el consumo, decía que los consumidores teníamos derecho a poseer una cantidad razonable de la sustancia, que quedaba a criterio del juez, pero no teníamos ninguna forma de acceso a la misma que no fuera ilegal. Desde el grupo de cultivadores que formamos en el año 2000, y desde el 2005 con Planta tu Planta, reclamábamos el autocultivo. En el 2011 fuimos un poco más lejos, incluyendo los clubes sociales de cannabis. En el 2012 el gobierno, en el marco de las quince medidas para la seguridad y convivencia, quiso ir un poco más allá y establecer una forma de control mucho más estricta en todo lo que es la producción y la distribución de la sustancia y, de alguna manera, llegar a usuarios que no tendrían la capacidad de hacer un cultivo doméstico o de asociarse en una asociación civil, que tiene una organización bastante complicada. Esto se haría para satisfacer las necesidades de todo el mercado y no dejar al narcotráfico ningún segmento de usuarios. Y aparte, solucionar el llamado efecto góndola, evitando que el usuario de cannabis tenga que ir a una boca, donde se comercializan un montón de sustancias diferentes.

¿Cuáles son las principales debilidades de esta ley?

El número de socios de los clubes sociales de cannabis, limitado por la ley entre 15 y 45 miembros, es una cifra demasiado baja para sustentar la actividad social que un club cannábico debería tener. Porque no se trata solo de cultivar, sino de que el usuario pueda acceder a información de calidad, que se le pueda hacer un seguimiento en caso de que tenga algún problema con su consumo.

El segundo mal paso, que no está en la ley pero sí en la regulación, es que nos obliga a mantener el cultivo en el mismo lugar en donde tiene la sede el club cannábico. Eso quiere decir que todos los socios saben cuál es el lugar de cultivo, algo que se debe mantener con las mayores normas de seguridad.

Creo que ha habido un error de investigación sobre el mercado mayoritario de marihuana, que es el de prensado paraguayo. Esa sustancia sí que es peligrosa para la salud, por cómo se cultiva y cosecha, por la inexistencia de información en cuanto a los plaguicidas que se le aplican, y sobre todo, por el secado, el curado y el transporte, que se hace muy prensado y en un envase plástico que provoca que cuando se libera nitrógeno también se genere amoniaco, y otras cuestiones insalubres como hongos. Aparte de que la marihuana que llega es de bajísima calidad y está muy deteriorada. Cuando se habló de combatir el narcotráfico, uno de los argumentos fundamentales fue el precio. Se estableció que el precio de venta iba a ser el mismo que el del mercado. Un dólar es el precio/gramo de lo que cuesta el prensado paraguayo en el mercado uruguayo, pero ése no es el precio del mercado negro para las flores aquí en Uruguay. Se está pagando muchísimo más por las flores.

¿Se han reflejado suficientemente las reivindicaciones del movimiento cannábico en la ley?

Sí. Tamar Todd, de DPA, asesora del proceso de regulación, nos abrió las puertas declarando que en las cuestiones del cultivo se le debía preguntar a los cultivadores locales. Desde entonces, Juan Vaz y yo fuimos llamados a todas las reuniones de elaboración de la ley como asesores en cuestiones de cultivo. También desde la JND fueron muy abiertos a recibir información y a escucharnos. Tal vez no todas las sugerencias que hicimos fueron reflejadas en la ley. Quizás las cuestiones que tienen que ver con la cultura cannábica han sido las más difíciles de transmitir al gobierno, porque los mismos funcionarios que antes promovían campañas que afirmaban que la droga era mala tuvieron que invertir ese discurso, regular y aprender sobre esto.

Acaban de darse a conocer las reglas para los clubes de cannabis en Uruguay, ¿podrías explicar en qué consisten?

La reglamentación exige haber conseguido la personería jurídica, contar con un responsable técnico, llevar varios registros de producción, trazabilidad y repartos, mantener determinados parámetros de cultivo y reportar mensualmente informes ante el IRCCA.

Se prohíbe tener carteles identificativos en la fachada, se estableció una distancia mínima de 150 metros de centros educativos y centros de rehabilitación. ¿Cómo los centros educativos se van a enterar de que hay un club y en dónde? Se puede buscar un lugar para alquilar y mirar si hay una escuela o centro de rehabilitación. Pero una vez que me establezco y firmo un contrato de alquiler por cinco años, ¿no van a dejar que ningún centro de educación se establezca ahí en la zona?, ¿y para qué? Si nadie va a saber que ahí funciona un club, si no se va a poder suministrar a nadie que no sea un socio, si la actividad que se desarrolla ahí adentro es de alguna manera secreta, ¿cuál es el inconveniente de que esté al lado de una escuela de danza o de un instituto? Nadie va a salir a la puerta a vender.

¿Cómo está el movimiento cannábico en Uruguay?

Plantando. Lo lindo de tener 600 miembros es que te da una idea de cómo son los usuarios en Uruguay, porque hay de todo: desde gente joven, hasta adultos mayores. Te das cuenta de que el cannabis es totalmente transversal. Lo que sí me extraña es la edad de las personas que, después de votada la ley, se están acercando a la asociación para pedir información. Más del 50% son personas que tienen más de 60 años, están afectadas por algunas dolencias que llevan años tratando y se han enterado de que el cannabis les puede ayudar.

¿De dónde van a salir las semillas de las cinco variedades de las que se está hablando?

Hay tres artículos en la reglamentación que dicen que, dentro de los 180 días de la puesta en vigencia, se puede cultivar cualquier cosa, pero a partir de ahí hay que cultivar las variedades que el IRCCA le dé. Y la venta en las farmacias también va a ser de variedades únicas del estado uruguayo. El gobierno tiene la fantasía de la trazabilidad total. Como hay una trazabilidad total del sistema cárnico uruguayo, el gobierno dijo: si lo hacemos con las vacas, también lo podemos hacer con el cannabis. En octubre del 2012 explicamos que lo que había que hacer en ese momento, si se pretendía tener las cosas a tiempo cuando saliera la ley, era un breeding plan; es decir, elegir las variedades, hacer un breeding y generar unas cinco o seis variedades que fueran propias del estado uruguayo. Obviamente, hay que guardar esas madres en óptimas condiciones de seguridad, para que ningún clon se escape y empiecen a producir el cannabis uruguayo en otras partes. El breeding plan nunca se desarrolló. El asunto es que el gobierno pretende que en 180 días todos estemos plantando esas cinco variedades únicas. Algo que para la cultura cannábica es totalmente inaceptable.

La ley estuvo apoyada por Regulación Responsable. ¿Por qué AECU no participó en la plataforma?

Regulación Responsable se formó en febrero del 2013, en el marco de una campaña para apoyar la ley. La ong ProDerechos fue la encargada de organizar esta campaña, “Planta tu planta”, y luego AECU han trabajado estrechamente y durante años junto a ProLegal, llegando siempre a acuerdos de estrategia y reclamos. Desde nuestra organización siempre hemos tratado de representar al consumidor que se autoabastece y a la producción colectiva sin fines de lucro. La producción comercial nunca estuvo en nuestras consideraciones, pero es el argumento de la campaña por el momento. En definitiva, nunca nos invitaron a participar en regulación responsable.

Y vosotros, ¿qué opináis sobre las seis plantas por persona y 99 para clubes?

En el 2010, cuando empezamos a hablar de este proyecto de ley, confeccioné una tabla de conversión, porque nadie habla en términos agronómicos de número de plantas, se habla de hectáreas, de metros cuadrados, etc. Pero la canopea, que es para nosotros la medida más sensata, no fue un concepto que los legisladores quisieran estudiar ni entender. Era mucho más sencillo contar plantas. Es algo que disminuye un poco las potencialidades de la ley. La canopea se puede convertir a un equivalente en cantidades de producción, si sabes que en un metro cuadrado o debajo de una lámpara de 1.000 no vas a producir más de un kilo. Entonces, si limitamos los metros cuadrados, o los metros cúbicos, según la canopea, al cultivador al que le guste fumar variado puede tener 30 plantas pequeñas en el mismo metro cuadrado o una planta grande y fumar de lo mismo todo el año. En los clubes nos pasa lo mismo, hubiera sido mucho más sensato limitarlo en cantidad de producción, y decir: un club no puede producir más de 22 kilos al año. Eso nos habilitaría a incluir miembros que consuman pocos gramos al mes, lo que hoy por hoy es inviable. La regulación en Uruguay no es perfecta, pero confiamos en que vamos a conciliar una regulación razonable para todos.

Texto: Virginia Montañés

Extraído del número 205 de la revista Cáñamo

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