El año pasado casi 80.000 personas participaron en la Encuesta Global sobre Drogas (Global Drug Survey) y, de esta forma, ayudaron a producir una guía de reducción de daños para personas que las consumen. Todas ellas son expertas a quienes les gusta tomar drogas pero, a la vez, también quieren hacerlo de la manera más segura posible, tanto para ellas como para su entorno.
Sin lugar a dudas, este tipo de información es muy bienvenida. La guía aporta recomendaciones para el consumo de diferentes sustancias y ha sido descargada más de 30.000 veces. Como es obvio, la única manera de evitar por completo los daños derivados del uso de drogas es no tomarlas. Pero, si se toman, debe procurarse hacerlo de la manera más segura posible.
El enfoque de tolerancia cero se aplica de forma apropiada a una droga legal y regulada: el tabaco. Y este es un buen enfoque, especialmente para algunos grupos de la población, porque el riesgo de adicción con el tabaco es mayor que casi con cualquier otra droga, e incluso bajos niveles de consumo se asocian con un incremento en el riesgo de sufrir daños en los pulmones, cáncer y efectos sobre terceras personas.
El “di no a las drogas” no funciona con todo el mundo
Pero el problema es que este mismo enfoque de tolerancia cero (aunque no esté apoyado por la evidencia) es aplicado a las drogas ilegales por parte de los gobiernos: es el famoso “simplemente di no”. En realidad, este enfoque no deja mucha más opción. Difícilmente se podrá decir que una droga es ilegal (porque es muy peligrosa) y, a la vez, decir que, en realidad, si no consumes mucho de X sustancia o no la tomas muy a menudo, si no la mezclas con Y y te aseguras de no jugar con cuchillos, bucear o conducir cuando consumes, entonces los riesgos de acabar teniendo serios problemas es bastante bajo. Evidentemente, esto no es tolerancia cero.
Mientras que la abstinencia de por vida funciona para un gran porcentaje de la población (de hecho, para la mayoría), no es de mucha utilidad para quienes deciden tomar drogas. Y es más: el enfoque de tolerancia cero podría ser incluso contraproducente y llevar a quienes toman drogas a ignorar la diferencia entre consumir un poco y consumir mucho.
En el campo de los tratamientos por drogas, por ejemplo, existe un término llamado “violación de la abstinencia”. Se utiliza para describir la narrativa que emplean las personas dependientes del alcohol o de otras drogas después de un primer consumo tras un periodo de abstinencia. Dicen: “No volver a consumir de nuevo era mi objetivo, pero ahora que he consumido una vez…, a la mierda, seguiré consumiendo”.
De la misma forma que es posible que el enfoque de tolerancia cero por parte de un Gobierno lleve a algunas personas consumidoras de drogas a ignorar estrategias de sentido común, esa intolerancia a aceptar la moderación también puede hacer que estos gobiernos pierdan toda credibilidad. Y la credibilidad es importante. De hecho, la Encuesta Global sobre Drogas ha encontrado que las webs gubernamentales serían uno de los últimos lugares a los que una persona enviaría a un colega de quien le preocupa su consumo de alcohol o de otras drogas.
Y, en el contexto de un mercado regulado de cannabis, que cada vez está más lejos de la fantasía de sus consumidores, sería bastante inteligente transformar el mensaje de “simplemente, di no” al de “si vas a decir sí, entonces recuerda no hacerlo muy a menudo”.
Racional, no radical
Entonces, la cuestión que se plantea es la siguiente: ¿deberían existir unas guías o límites de consumo seguro?
Esto no es ser en absoluto radical, a menos que se haga un juicio moral sobre la elección que una persona pueda hacer sobre la molécula que desea tomar por placer. De hecho, es totalmente racional. Y aquí está el porqué: el alcohol es una droga y, para ella, tenemos guías para su consumo que buscan reducir los riesgos a largo plazo de sufrir daños en la salud. Entonces, ¿por qué no tener guías para otras drogas?
El riesgo de dependencia es mayor en ciertas personas que en otras (por ejemplo, aquellas que empiezan a consumir muy tempranamente en su vida debido a circunstancias sociales, personales y emocionales) y algunas personas, de hecho, nunca deberían probar las drogas. Estas circunstancias deberían ser abordadas mediante buenas políticas sociales (invirtiendo en el bienestar de las personas que no serán votantes hasta los 18 años), de apoyo prenatal a las familias y con intervenciones dirigidas a apoyar a padres y madres vulnerables en los primeros años de vida de los hijos e hijas.
Para la mayoría de las personas, las tasas de dependencia son relativamente bajas y, para la mayoría de quienes consumen drogas, el consumo moderado puede mantener el riesgo de experimentar problemas de salud a corto y largo plazo en niveles bajos (para drogas como el GHB o la heroína, los riesgos de sobredosis son tan altos que deberían ser una excepción a lo anterior). Y, en todos los casos, los riesgos de experimentar daños relacionados con las drogas pueden reducirse significativamente mediante la adopción de estrategias para un consumo más seguro.
Al proponer unas guías de consumo de drogas ilegales no se está diciendo que las drogas son seguras o inocuas sino, de hecho, justo lo contrario. Las drogas pueden llegar a ser muy peligrosas. Y tampoco se quiere decir que se eliminarían todos los problemas ocasionados por el consumo de drogas. Pero a medida que los presupuestos sociales se van reduciendo y los gobiernos tienden a adoptar estrategias como la economía conductual para moderar las conductas poco saludables, tener algunas pautas basadas en el sentido común, que pongan el énfasis en que tomar menos y con menos frecuencia reducirá el riesgo de tener problemas podrá ser de mucha utilidad. Y serán valiosas independientemente del estatus legal de cualquier sustancia.
En estas fechas se ha lanzado la Encuesta Global sobre Drogas 2015 (Global Drug Survey 2015) y una de las cosas que se van a intentar lograr es establecer por primera vez unos límites de consumo de menor riesgo. Se hará pidiendo a decenas de miles de personas que consumen drogas que valoren (en una escala del uno al diez) cómo el riesgo de tener problemas por consumir diferentes sustancias (incluido el alcohol) aumenta al incrementar el consumo. El riesgo aquí se refiere a la probabilidad, rango y severidad de estos problemas.
Si alguna vez has tomado drogas o has pensado sobre sus placeres y daños asociados, por favor comparte tu experiencia y conocimientos participando en la encuesta.